Me levanté del césped y abrí la bolsa que traía Dan llena de migajas de pan para darle de comer a aquellos animalitos plumosos. Me acerqué al estanque donde había algún que otro pato remoloneando y observándonos con cara de hambriento o eso parecía. Agarré el trozito de pan y lo partí en cachitos para poder dárselo de una forma mejor y más fácil. Estiré el brazo todo lo que pude para poner mi mano a la altura de su pico con tan mala suerte que el pato en vez de coger el pan me mordió el dedo.
-¡Auch! - grité y alarmé a Dan con aquel grito.
Vino corriendo hasta mí. Me agarró la mano y me miró como si hubiera estado los seis años correspondientes estudiando medicina para poder sanar a personas enfermas.
-¡Maldito ganso maleducado!. Vamos a Urgencias Beth estás sangrando y posiblemente se te infecte la herida si seguimos aquí.
¡No!, yo no quería irme. ¿Urgencias? El pato no era ningún perro rabioso. De todos modos no podía discutirle.
-Dan no es para tanto volvamos a casa y me vendo el dedo o me pongo una tirita. Yo no quiero irme, quiero quedarme pero si prefieres que volvamos perfecto. Pero no necesito ir a Urgencias de verdad, ha sido una mala pata del pato ha querido coger la migaja y se ha comido mi dedo.
-Vale Beth, espera que voy a por la bolsa y nos vamos.
En ese momento entristecí. Como ya dije no quería dejar aquel lugar tan agradable. Quería revivir y sentir como el viento azotaba mi cara y movía mi flequillo de un lado a otro haciendo que se abriera por la mitad, escuchar el cloquear de los patos y oler la naturaleza libre y salvaje. Pero eso acabó, se esfumó como la primavera. Dan volvió al segundo de dejarme allí sangrando, era sólo un rasguño y él se lo tomó como una herida que no podría cicatrizar. Caminó hasta mí y llevó mi bolso. Pasó su manos por mi cadera y posó su mano en ella. Así fuimos caminando poco a poco hasta llegar al coche. Nos subimos a él y su misión era que llegara sana y salva a casa, y para ello arrancó el coche sin dilaciones y se dispuso ir a casa. Al cabo de unos cinco minutos me di cuenta de que ese camino no era el que antes habíamos tomado para llegar al parque ¿dónde me llevará?, ¿no le importaba tanto que estuviera sangrando?, ¿qué demonios hace tirando por calles que no conozco?. Preguntas retóricas rondaban mi cabeza. En ese momento sonaba en la radio Baby you know de Jessica Lucad y Brandon T. Jackson, me encantan las canciones de solo de piano, me hacen alcanzar el sueño y volar por los alrededores de mi mundo mágico.
El edificio donde se paró el coche de Dan me era familiar, incluso pensé que hace pocas horas estuve delante de el. Pero que ... ¡estamos delante de la casa de Dan!. Sí, es el mismo número en el que entró antes, el mismo tipo de madera, la misma fachada, el mismo nombre de la calle ... Todo cuadra. Me sentí en ese momento como la pequeña detective a la que jugaba cuando tenía cinco años con mi lupa, mi corona ya que no tenía sombrero y una pajita ya que las pipas de fumar no existían en mi casa.
-Vamos Beth - con ese comentario apagó el motor del coche, sacó las llaves del orificio y se bajo cerrando la puerta a su paso. Yo casi que hice lo mismo, pero solamente lo último.
Caminé sin vacilaciones tras él hasta la puerta, no estaba nerviosa, tampoco estaba tranquila. Era una mezcla de sensaciones. ¿Cómo será su casa?. Nunca he estado aquí, no he pasado jamás por su barrio, no he conocido su casa en los años que llevamos siendo compañeros de trabajo y nunca oí que tuviera una casa propia o eso creo. A menos que la madre se encuentre dentro cosa que no quiero que ocurra porque empezará a decir que si Dan y yo tal, que si yo y él cual ... No es precisamente algo que yo quiera pararme a pensar ahora. Pero ... ¿y si eso eliminase mis dudas de si estamos juntos?. Y no me refiero a juntos físicamente, si no a otro tipo de unión. ¡Eso sería maravilloso!. Espero encontrarla dentro haciendo crochet, punto de cruz o cualquier otra cosa en la que pierden el tiempo ahora las mujeres mayores.
Introdujo la llave de la casa en la cerradura y la giró al mismo tiempo en el que abría la puerta para que yo pudiera entrar después de él.
¡Vaya!. Era maravillosa. Me sentía como en casa. Quizá era más grande ... Bueno quizá no. Era mucho más grande o al menos parecía espaciosa. O tal vez el que estuviera bien decorada dejaba a la mía en mal lugar. Da igual, me sentía como nueva en aquella casa decorada con tan buen gusto. Veo que Dan es bueno a la hora de hablar de diseño de interiores. Tanto como en publicidad y marketing por lo que puedo observar.
-Te presento mi hogar dulce hogar. Ven aquí para que te cure esa herida señorita quejica.
-¿Perdona?. Quejica hubiera sido si me hubiese puesto a llorar como una niña chica.
-No, eso sería llorica no dramatices sólo ha sido un picotazo.
-Ah, claro. La que dramatiza ahora soy yo. Perdona que le diga al señorito pero hace una escasa media hora quería llevarme a Urgencias ¿quien exagera?.
Se empezó a reír. No lo entendía. No veía nada gracioso en mis palabras, de todos modos no hice mucho caso a sus risotadas y me limité a seguirle mientras caminaba paseándose hasta llegar a donde tuviera el maletín de primeros auxilios.
-Ven siéntate - me indicó mientras daba unos pequeños golpecitos en el sofá.
Lo hice, me senté en aquel cómodo sofá. Creo que de no haber sido porque Dan me invitó antes me hubiera sentado irrespetuosamente ya que el sofá me decía "Beth, Beth ven aquí conmigo, siéntate ¡prueba mi algodón!". Lo sé, una locura tras otra. No paro ¿verdad?. Comenzó a vendarme el dedo, primero me echó betadine, me limpió un poco y me ocultó la herida con una venda que tenía por aquel maletín. Mis ojos solo sabían moverse de un lado a otro para abarcar todo lo que pudiera en milésimas de segundo. No veía mucho más de una televisión de plasma, un sofá que era blandito, una serie de estanterías llena de libros, una chimenea, el alfeizar de una ventana en el que en alguna ocasión Dan se sienta para mirar a través de ella ya que tenía una serie de cómodos cojines, pero sin duda lo que no pasó desapercibido en mí fue aquel piano de cola negro y tan reluciente que se encontraba en la esquina de la habitación. Era precioso. No se le veía ni una mota de polvo, sus teclas brillaban, seguían siendo blancas y en el atril se posaban una serie de melodías de piano. Suponía que Dan seguía mi mirada, pero me daba igual. Estaba sumergida en mi mundo musical. Cada sonar de la tecla de ese piano se correspondía con cada latido de mi corazón y aunque él estuviera callado mi músculo enamorado sonaba al compás haciendo un dueto solitario.
diooooooooooooss me encanta sta historiaaaaaaaa uffff k majo dannn =) yo kiero uno jajaja sta genial guapaa sigue asi
ResponderEliminarHolaaa!!!
ResponderEliminarNOS ENCANTA TU HISTORIAAAA!!!!!!!!!! SIGUE ASIII!!!!!!!!!!! bueno, esta genialisimaaa sigue subiendo, no se como lo haces, pero nos sacas una sonrisa siempre!! adoramos como escribees! sube más pronto y si puedes, dejate caer por nuestro blog! ;P
Dios mio!!!!! Kiero un dan, o no se!!! xD me encanta como escribes enserio, y madre mia, kiero maaaaaaas!!!! Un besitopp guapa!!!! ahora si puedo hago tu premio :) Muaks!!!
ResponderEliminarMe encanta diosss!!!!!!!! Me encanta como describes la sensacion de la musica. Y la sensacion del lago. E incluso cuando mira cada detalle en su casa. Sigue escribiendo asi Me encanta!!!!!!!!!!!!!! =)
ResponderEliminary por cierto, yo tamb kiero un Dan encargad otro pa mi Muakisssss
Leyendo tu historia, me he decidido completamente a seguir tu blog. Piano... quizás tengamos mucho en comun!
ResponderEliminarHolaa!! :)
ResponderEliminarDios miooo!! que bonitoo!! ^^ hay!! me ha gustado la parte del piano y como lo has descrito!! yo lo toco y para mi tiene como un sentido especial!! jajaj :) Que majooss!!!! y por cierto, pobre Beth!! jajja mira que hacerse dañoo... en fin... bueno, pero al menos mereció la pena!! que se pasó por la casa de Dan eh?? ajajaj sube pronto el siguiente!! ;D Por cierto! nuevos capitulos en las niñas del mar y en el mejor recuerdoO!! ;D
Hi! :) nice story, the picture of the girl feeding the duck is actually me :)
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