martes, 15 de febrero de 2011

La esperada cena de empresa

Y se acercó la hora de volver a casa para ducharse, cambiarse de ropa a la velocidad de un rayo, secarse el pelo, maquillarse para ir un poco decente, cosa que no suelo hacer, e ir corriendo casi con la lengua en el suelo para llegar al maldito restaurante en el que todos y cada uno de nosotros reiremos, beberemos, comeremos como cerdos y saldremos borrachos como una cuba, bueno rectifico: ellos saldrán así.


Yo sin embargo estaré al lado de Dan, Marcela, Iván o cualquier otro, al que le pueda llamar compañero de trabajo, agarrándole con su brazo por encima de mi cuello para que no se caigan redondos al suelo y se puedan lastimar alguna articulación, algo que a mi no me concierne pero que lo hago por ciudadana caritativa y solidaria.


Subí corriendo las escaleras, y casi me mato o me como un peldaño, abrí la puerta casi a ciegas, no por lo oscuro que estaba el pasillo por supuesto. Entré en mi casa, solté mi bolso en el perchero y a la velocidad de la luz me fui quitando la ropa mientras caminaba al baño dejándola por el suelo para posteriormente recogerla. Me lavé el pelo lo mejor que pude para que quedase suave y sedoso, y me di todo lo rápido que pude con la manopla alrededor del cuerpo. Salí de la bañera y casi me resbalo por culpa del agua que había en el suelo y me caigo con las prisas. Rodee mi cuerpo desnudo con una de mis mejores toallas y envolví el pelo en otra para que se secase mientras me vestía. Abrí las puertas del armario y empecé a sacar todos los modelitos que tenía en él, por muy horrendos que fueran, me los fui probando uno a uno.


La primera tanda de conjuntos no me convencían mucho, las faldas no eran mi preferencia, los pantalones de tela tampoco me gustaban mucho y los vestidos que tenía eran demasiado cortos, tanto como para ir a una fiesta y no para presentarse a una cena de la empresa. Como sabía que mi vecina, con la que suelo irme por la noche a pubs y discotecas, tenía una serie de vestidos que me encantaría llevar a la cena para ir resplandeciente. Por lo tanto me puse lo primero que pillé y baje, con la toalla cubriéndome el pelo al piso de mi amiga.


Llamé a la puerta fuerte y continuamente, porque cuando yo hacía eso ella lo relacionaba con "me ha pasado una cosa que tengo que contarte muy importante", obviamente cada vez que hacía eso no bajaba con la cabeza envuelta en una toalla y creo que por eso llamé tan rápidamente, para no encontrarme con ningún vecino y que me sentenciase por aquella situación tan bochornosa. Abrió la puerta, como ya dije con gran velocidad, y al ver aquel marco de mí con el chándal de ir a correr los sábados por las mañanas y aquel pelo empaquetado en una toalla de seda hizo que mi amiga, que en ese momento la hubiera puesto en mi lista negra si la hubiera tenido a mano, se riera en mi cara por las pintas que llevaba.


-Pero ... ¡que haces así vestida! - seguía carcajeándose delante de mí y me entraron ganas de agarrarla del cuello y dejarla casi sin voz para que no salieran más risas bochornosas de su boca.


-Ahora te lo cuento ¡pero déjame entrar! - irrumpí en su casa de forma instantánea para salvar mi reputación en aquel bloque de pisos.


Fuimos a su habitación y allí sentadas en la cama le estuve contando "el problema" que tenía que solucionar cuanto antes sino quería llegar tarde también a la cena de empresa. Instantáneamente abrió las puertas de su guardarropa y al ver esa cantidad de ropa, zapatos y complementos un poco más y me desmayo. 


-¡Pero tú has robado un banco o algo! - le pregunté con los ojos como platos y las pupilas casi fuera de mis órbitas.


-Ja, ja, ja. Para nada, esto son trapitos solamente, la ropa de calidad está en otro lugar mejor guardada y conservada.


-¿Perdona? - seguía casi sin poder articular palabra, y menos aún con la barbaridad que acababa de escupir por la boca.


-Estás perdonada - me contestó con una sonrisa.


-Era una pregunta retórica para invitarte a la reflexión cacho de ...


-Bueno has venido para pedirme ayuda y yo te voy a ayudar.


Me estuvo enseñando sus mejores vestidos, me los estuve probando uno a uno y casi sin respiración me los quitaba y ponía cada vestido por segundo aproximadamente. Me gustaron muchos, y he aquí mi indecisión al tenerlos frente a mí y yo casi con la baba en el suelo tener que echarlo a suertes ... muy infantil por mi parte pero algo tenía que hacer para llegar a tiempo.


-Pito, pito, gorgorito donde vas tu tan bonito ... - continué hasta acabar esa canción que más que una cena de empresa parecía un concurso - pin, pon, fuera - así finalizó mi incertidumbre.


Me tocó un vestido de corte retro con un cinturón a la altura de la cintura para amarrarlo y que se notase como bailaba la falda del vestido. Tenía un hombro al descubierto pero el otro sin embargo estaba cubierto por una manga larga que llegaba hasta mi muñeca y que se cerraba debido a que tenía un elástico a su alrededor. Era de color negro con algunos detalles turquesa y tenía algún que otro adorno que podía quitar fácilmente si no me gustaba, algo que obviamente iba a hacer porque era horrendo. Me puse unas plataformas de color negro, que realzaba mi figura y que me hacía parecer mucho más alta de lo que era realmente, conjuntado con un bolso rectangular de mano en el que me cabía escasamente el móvil y el monedero, también del mismo color.


-¡Vas divina! - me halagó mi mejor amiga - esta noche seguro que ligas con alguien.


-Ya, eso quisieran ellos - nos echamos a reír al unísono - bueno ya es hora de que vaya marchándome y dando los últimos retoques para estar mejor todavía. ¡Voy a causar sensaciones!. Creo que con este vestido tan bonito puedo llegar a ser portada de mi propia revista. Bueno ... realmente eso es soñar demasiado, pero dijeron que de sueños vive el hombre y yo lo cumplo al pie de la letra - dije sonriendo.


-Lo que tienes que hacer es pasártelo bien, no hagas caso a tu jefa, a Dan menos y ve a tu aire sin hacer caso a las críticas.


-Vestida así no puedo recibir muchas críticas, pero no te preocupes que si eso ocurre tendré preparada mi mano para propiciarle a alguien una bofetada.


-¡Que violenta!.


-¿Me crees capaz de tal cosa cuando no mato ni a una mosca? - pregunté con hosquedad aunque esa no era mi intención, aunque el arqueo de mi ceja hizo que mi amiga se replantease la respuesta.


-No, claro que no. Sólo que creo que eres capaz de que se te vaya la cabeza y te pongas a dar tortazos a diestro y siniestro, eso no significa que lo hagas siempre. Y quien no rompe un plato, rompió una vajilla acuérdate.


Nos reímos al unísono. Esta conversación estaba siendo cada vez más absurda pero a la vez graciosa, aunque supongo que no tiene mucha chispa. Así pasamos casi cinco minutos hasta que me dí cuenta de que sino me iba rápido llegaría tarde. Porque yo y mi tardanza somos totalmente inseparables. Y mi torpeza, que no se olvide.

5 comentarios:

  1. y estaras contenta, no? Dejarlo asi, a medias de la empezada de la cena!! Jum.. muy mal, eh? xD me encanta!!! ya lo sabes. ha sido muy graciosa!!! Un besito!! :)

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  2. Jaja me gusta mucho, espero el siguiente impaciente un beso desde http://pinchaenloazul.blogspot.com/

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  3. oooo me encanta como escribes enserio!!

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  4. Sí... sí que es torpe, un día de estos va a acabar lixiada. Yo no me fiaría mucho de que ella me sujetara en el caso de emborracharme xD
    Bueno, ¿¿pero esto continua, no??

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  5. Claro que continua. Casi todos los relatos, que están ordenados por nombre arriba a la derecha en categorías, tienen una continuación =)

    Gracias a los demás por sus comentarios, ¡me animáis mucho de verdad!

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