viernes, 24 de junio de 2011

Caminar sin rumbo fijo.

Jacques me volvió a agarrar de la mano y yo seguí sin ponerle impedimentos hasta que escuché unos silbidos de fondo, propio de sus amigos, que me alertaron de que ese gesto por allí no estaba muy bien visto entre amigos sino entre algo más que eso. Instantáneamente mi mano se deshizo de la suya y la metí de lleno en los bolsillos del vaquero antes de que pudiera volver a arrebatármela.


Se quedó mirándome con cara de impresionado pero yo no le hice ningún caso. Iba pensando en mis cosas, en como sería vivir en Paris, en como me irían las cosas cambiando de aires.


-¿Dónde quieres ir ahora?. - preguntó Jacques haciéndome olvidar mis pensamientos que se volverían matutinos hasta que no llevase allí un par de semanas.


-No conozco esto así que tú me dirás a donde me llevas.


-Pues si te digo la verdad tengo poca idea de a donde poder ir pero si te apetece un lugar relajante, - parecía que me conocía de hace demasiado tiempo porque mi primer apellido es tranquilidad - podemos ir a un parque cercano en el que hay un lago y en el que suelen pasar pocas personas a estas horas de la tarde.


-Me parece una buena idea. - contesté sonriendo.


Sin más dilaciones le seguí sin separarme de su lado y sin sacar las manos del bolsillo, por supuesto. Llegamos en menos de media hora a un lugar en el que se respiraba sosiego y en el que el aire revoloteaba la melena suelta. Nos sentamos cerca de aquel lago que se movía de un lado a otro formando pequeñas olas en él. El viento se respiraba puro y fresco. El danzar de las hojas en los árboles emitían una hermosa melodía relajante. La hierba estaba uniforme y los pájaros pasaban por encima de nuestras cabezas a cada segundo con la emisión del piar saliendo de sus picos.


Me tumbé en el césped. Puse las manos a los lados juntandolas a mis caderas y me quedé con los ojos cerrados ahí mientras escuchaba en silencio los diferentes sonidos que había a nuestro alrededor. Jacques estaba sentado en la verde hierba apoyando los brazos encima de sus rodillas y con el mentón apoyado encima de sus brazos. Se veía tan dulce que la rebeldía de su pelo me parecía una desventura.


Se iba haciendo tarde. La tarde iba declinándose y nosotros aún seguíamos allí. Como bien dijo pasaban pocas personas por aquel lugar a pesar de su esplendor. Él se levantó y eso provocó en mi una sensación de despertar y de levantarme sin pensármelo dos veces. Nos fuimos alejando sin cruzar palabra. En toda la tarde no nos dirigimos más que un "¿qué hora es?" y una respuesta a esa pregunta. Era triste. Sí, muy pero que muy triste.


El no tener temas de conversación me daba mal augurio. Intentaba por todos los medios dirigirle la palabra y poder entablar un diálogo más o menos llevadero. Pero no se me ocurría nada. Los deportes no eran lo mío y a él le gustaba el skate. Paris era nuevo para mi, por lo que tampoco podía llevar a cabo esa pregunta que se hace normalmente en casos extremos de "¿has ido a ...?" y si negase esa pregunta entonces empezaría a hablar, explicarle y describirle el lugar, pero como no era así no me quedaba más remedio que callarme y seguir adelante. Aunque a él tampoco se le veía demasiado entusiasmado con la idea de mantener una conversación veía en sus ojos la necesidad de mirar y en su boca la de hablar a pesar de decir cualquier estupidez.


Estábamos casi llegando. Nos faltaban dos calles para llegar a la residencia pero yo no quería llegar sin antes haber hablado con él.


-Bueno ¿y que habitación te ha tocado a ti?. - por fin pensé en alguna absurda pregunta para que desconectase de sus pensamientos y se fijase en mí al menos por unos instantes.


-¿Habitación?. ¡Ah!, hablas de la residencia. Yo no estoy en la residencia, yo vivo por aquí.


-¡Ah!, vaya. - una pena. Pero, ¿qué hacía conmigo dirigiéndose hacia allí si él no tenía una habitación en la residencia?. - Entonces, ¿qué haces aún por aquí?.


-Quiero acompañarte Gina. De todos modos siempre puedo marcharme. Sólo tienes que pedírmelo y me iré.


-No. Bueno a ver no quiero que te marches tarde a tu casa por acompañarme.


-Yo conozco esto y créeme que sería el último sitio donde dejaría a una chica caminar a solas. Bryan Cooper debe andar cerca de aquí con eso te lo digo todo.


-Ja, ja, ja. Pobre, si en el fondo no es malo.


-No, no lo es. Es peor que todo eso. Ya te iré contando, pero poco a poco.


-De acuerdo.


Seguimos hablando. Nos soltamos y la conversación empezaba a ser graciosa. Nos dirigimos hacia un banco que había enfrente de la Universidad y seguimos entablando una conversación conjunta en la que él y yo reíamos sin parar.


-Bueno Gina no te entretengo más. Ve ya a cenar y a dormir. Mañana será un día duro. Para ti el segundo pero para mi es ya el quinto.


-Vale. Mañana nos vemos Brown. - ¿Brown?, soy estúpida. Para que tendrá un nombre si no lo utilizo. - Perdona, Jacques.


-No te preocupes, no está mal visto llamar a las personas por sus apellidos Jonhson.


-Hasta mañana Jacques.


-Hasta mañana Gina.


Nos acercamos sin malas intenciones y nos dimos ambos un beso a cada lado de la mejilla.