sábado, 30 de abril de 2011

Sacando nuestra fiera interna.

-Bueno cuéntame, te gusta Bryan?. - interrogó Janet.


-¿Bryan?, ¿quién demonios es Bryan?. -respondí con otras preguntas porque verdaderamente no sabía si conocía a ese chico.


-Vaya, pues es el que te habló tan mal esta mañana. El chico que estaba en el suelo.


-¡Ah!. Ya sé quien es. ¿¡Qué si me gusta ese maleducado!?. Obviamente creo que sabes la respuesta. ¿Por qué lo preguntas?.


-No sé, se te veía muy entusiasmada agachándote y preguntándole si se encontraba bien. Supuse que te gustaba.


-Para nada. Ese chico no se merece tener ni novia con lo borde que es. A lo que más puede aspirar es a una babosa ...


-Gina ... - dijo casi sin voz.


-Desde luego que es el último chico de la tierra con el que estaría.


-Gina cáll ... - llamó de nuevo para conseguir mi atención.


-¡No Janet!. No me callo. A ese chico tienen que darle su merecido. Es lo más parecido a un cerdo pero sin el parecido.


-¿Y me darás el escarmiento tú? - escuché por detrás.


Me sobresalté en ese momento y le eché a Janet una mirada de rabia por no haberme avisado antes. Aunque ahora que caigo en la cuenta me ha interrumpido dos veces, así que por algo sería y ese algo era Bryan.


-Te estoy haciendo una pregunta. - dijo con arrogancia.


No quería contestarle. Ni siquiera quería mirarle a la cara. Estaba avergonzada por haberle llamado cerdo. ¡Pero lo era!. De pies a cabeza. No tenía otro nombre, o ese calificativo se le quedaba corto.


-Vaya, veo que ese atrevimiento sólo lo decías con la boca pequeña. Que pena muñeca porque me hubiera gustado que me dieras ese escarmiento, pero ya veo que eres una cobarde.


Espera, espera, espera. ¿Cobarde yo?, ¿es a mi?. Se va a enterar ahora mismo éste de quien es Gina. Me levanté de la silla y me puse cara a cara con él. Iba acompañado de sus amiguitos que recuerdo haberme encontrado entre la multitud que se estaba riendo de él. ¡Vaya amigos!. No le iba a consentir a ese tal Bryan que me llamase muñeca cobarde. Por supuesto que no.


-Y tú eres muy valiente enfrentándote con una chica ¿cierto?. - manifesté en voz alta para que cada uno de los que se encontrase en aquella sala viera la lección que le iba a dar.


-No, yo no me enfrento con muñecas de porcelana como tú. Pero deberías saber que aquí hablar por las espaldas no está muy bien visto, y el caso es que estabas hablando de mi y he venido a pedirte explicaciones porque estás manchando mi nombre y estoy aquí para arreglar ese desliz que acaba de salir por tu boquita de pez.


-Mira Bryan, Bry, Brian o como quieras llamarte. Mantengo lo de que eres un cerdo y que a lo que más puedes aspirar es a estar con una babosa. Y creo que sigo quedándome corta con las comparaciones que acabo de hacer. Así que yo que tú me iba por donde he venido sino ...


-¿Sino?. Vaya chicos tenemos aquí a una novata valiente. Continua por favor. - sabía perfectamente que se estaba mofando de mi. Pero me daba igual. Esta lucha no acabaría hasta que no se fuera.


-Gina vámonos. Ya basta. No merece la pena desgastar saliva por él.


-Vaya, si es Janet Thomsen. Otra novata que se ha dejado caer este año por aquí.


No le aguantaba. Cada vez me daban más arcadas. Era un arisco.


-Vámonos Janet, - acabé por fin de decir. Tenía razón ninguna de mis palabras. - Está visto que por aquí sobramos un poco.




-Por fin te has dado cuenta Gina Jonhson de que aquí no puedes sacar tu valentía, y menos conmigo.


-Bryan Cooper, deja en paz a las chicas. - dijo otro chico que no había tenido el gusto de conocer en ningún momento.


-Ya está aquí Jacques Brown, el defensor de las nenas.


-Por lo menos tengo, algo que tú en las décadas que tienes encima no podrás conseguir ni aunque lo intentes, educación.


-Vale, lo que tú digas. Gina cariño nos queda una conversación pendiente. - dijo antes de marcharse con un beso al aire.


Es estúpido. No le soportaba. ¿Jacques Brown?. Sonaba a nombre extranjero, incluso más extranjero que el mío. De todos modos daba igual, me había salvado y eso era lo que importaba. Janet estaba en estado de shock, vi a leguas que no se esperaba ser salvada por nadie y menos por él. De todos modos y a pesar del carácter que veía en los ojos de Janet no pensaba que fuera a quedarse parada delante de Bryan. Tengo que preguntarle después porque actuó así.


El chico nos acompañó hasta el Campus y allí nos despedimos tanto Janet como yo.


-Bueno chicas aquí acaba nuestro encuentro. Espero que Bryan no se pase más con vosotras y que os deje vivir en paz. Sino ya sabéis me llamáis y yo voy a socorreros.


¿Llamarle?, ¿a gritos?. No sé que concepto de llamar tienen aquí pero desde luego el mío no es.


-Gracias por ayudarnos eh ... - se me había olvidado su nombre. ¡Que vergüenza!. Para un chico que nos salva la vida y va y me olvido de su nombre. De todos modos tampoco me acordaba si lo había dicho.


-Jacques, me llamo Jacques Brown. Jack para los amigos. - dijo sonriente.


-Pues muchas gracias por ayudarnos contra Bryan. - en ese momento me di cuenta de que tenía amnesia a cortos periodos de tiempo y que tenía que hacer algo para acordarme de su nombre aunque fuera imposible olvidarme de él en mucho tiempo.


-Si Jack, muchas gracias. - contestó sonriente Janet que parecía que por unos momentos estaba ausente pero no sé con qué.


Él volvió a entrar dentro de la Universidad y nosotras nos fuimos a le Centre de Logement pour Etudiants de France donde se encontraban nuestras pertenencias.

viernes, 29 de abril de 2011

Con P de Paris.

No sabía que me iba a ocurrir tanto en tan poco tiempo. Me encontraba en una Universidad de Paris, Université Paris Diderot, y el primer día que llegué empezaron a ocurrirme desgracias y a ser el hazme reír de los alumnos de aquella Facultad.


El primero fue la caída de un chico en la que todo el mundo rió y yo fui a socorrerlo o al menos a preocuparme por su bienestar.



-¿Te encuentras bien?. - pregunté nerviosa por si se había hecho daño en alguna parte del cuerpo.


-¡Y a ti que te importa!. - me contestó de pronto aquel chico tan maleducado.


Me levanté porque me encontraba en cuclillas delante de él y me marché entre risas y abucheos.


-Hola, me llamo Janet ¿y tú?. - me encontré de pronto una chica que se interesaba por mi, pero la verdad que no tenía muchas ganas de hablar con nadie después de aquella situación tan vergonzosa.


-Encantada me llamo Gina. - respondí sin apenas mirarle a la cara.


-¿Eres nueva por aquí? - siguió interrogando Janet.


-Sí. Digamos que soy extranjera y desde hoy el payaso de turno de los alumnos de este centro.


-No digas eso. Se estaban riendo del chico que se ha caído. Y tampoco le hagas mucho caso a él. Es una bestia con las chicas, no tiene corazón.


-Ya me he podido dar cuenta.


-Te adaptarás con facilidad aquí. ¿Vas a vivir en la residencia?.


-Si, me encuentro en le Centre de Logement pour Etudiants de France.


-¡Ahí va, es la misma en la que me encuentro yo!. Ojalá caigamos en la misma habitación porque al igual que tú soy nueva en todo esto y encontrarme con alguien que no conozco no me sentaría demasiado bien aunque después nos llevásemos genial.


¿Conocernos?. Pero si no hace ni dos minutos que se ha presentado a mi lado y ya me está considerando su amiga.


-¡Si que guay!. - véase mi ironía de caer en la misma habitación que la pesada esta.


-Bueno me tengo que marchar que tengo clase de Psicología evolutiva.


-Vale, después nos vemos a la hora del almuerzo, ¿por qué vas a ir al comedor a comer verdad?.


-No lo sé, ya veré.


-Ok. Adiós Gina.


¡Por fin me deshice de ella!. No quería ser mala persona pero la verdad es que me estaba hartando un poco con sus preguntas. Más que una presentación parecía un interrogatorio de los gendarmes.


Al cabo de un rato y buscando por mi cuenta encontré el aula de Psicología evolutiva. Estaba casi llena la clase así que opté por ponerme en la segunda fila ya que parecía que los alumnos de aquel centro escogían las últimas por miedo a que el profesor les mirase con ojos asesinos desde tan cerca. Mi primera impresión no fue nada buena. Había muchos chicos y chicas, dando gritos, riéndose a carcajadas, bailando, saltando, correteando de un lado a otro como si de una escuela de Primaria se tratase. Pero bueno parecía que la madurez no había llegado aún en este paraje.


No hablé con nadie durante todo el tiempo que duró la clase, obviamente tampoco les conocía así que prefería mantenerme al margen. Creo que con la situación dialogada con Janet era suficiente por hoy. El profesor explicaba con exactitud y sin rodeos. Estuve en todo momento cogiendo apuntes, tantos que llegue a pensar que la mano se me caería a trozos cuando dejara de tenerla en movimiento.


-Bueno chicos espero que os haya gustado la clase de hoy que ha sido una pequeña introducción a lo que vamos a ir viendo a lo largo del cuatrimestre, - ¡una pequeña introducción!. Entonces prefiero no imaginarme sus clases de verdad - hasta la próxima clase. - cogió sus correspondientes libros y se marchó por el mismo sitio en el que entró.



Yo sin dilaciones recogí mis cosas y me tomé con calma llegar al comedor. Pensaba que no me encontraría con Janet. Pero no fue así. Allí estaba. En la fila para coger las bandejas y la comida que te apeteciera en aquel momento. Sin embargo vi una gran hilera de personas que estaban esperando y en ese momento me alegré haber conocido a Janet porque estaba casi en el comienzo de la barra donde se encontraban los diferentes platos.


-Hola Janet. - saludé sonriéndole y a la vez colándome en toda la cara de los que estaban esperando.


-¡Ey!, hola Gina, te estaba esperando. Toma he cogido una bandeja para ti.


-¡Oh!, muchísimas gracias Janet.


Cogimos nuestro respectivo almuerzo, bebida y postre y nos sentamos en una mesa en la que no se encontraba, de momento, nadie más que nosotras.

domingo, 24 de abril de 2011

Besos deseados.

-¿Te gustaría tocar? - me dijo invitándome a sentarme en aquella banqueta del mismo color que ese piano que me enamoró a primera vista.


Sin más dilaciones me levanté con mi dedo curado por Dan y me senté en aquella banqueta preciosa y reluciente. No sabía tocar. Me daba miedo tantear cualquier tecla y hacerle daño. Su sonido estruendoso, al tocar al libre albedrío, no me gustaba por lo que únicamente me senté con las manos en las rodillas mirando cada clavija casi sin respiración por el respeto que se merecía tanto la melodía como las personas que la componen.


-¿Te ayudo?. - preguntó Dan al ver mi pasividad y mi mirada clavada en aquel instrumento en blanco y negro - Es sencillo, sólo tienes que dejarte llevar. - sonrió.


Se sentó a mi lado. Puso sus manos en las teclas del piano y comenzó a tocar sin casi mirar las partituras que se amontonaban en el atril. Me miraba y sonreía. Cerraba los ojos y sentía la música. Marcaba cada toque con un golpe seco de cabeza, y todo junto con una melodía triste y melancólica pero que a la vez era preciosa. Me animó varías veces a que posara mis manos y teclease pero como ya dije me daba pánico hacer daño a los oídos melodiosos de los que saben tocar. Prefería escuchar la hermosa melodía, que acariciaba mi tímpano, de las suaves y frondosas manos de Dan que se movían sin parar de una tecla a otra. Fue capaz de sacarme alguna que otra sonrisa y hacer que se me saltasen las lágrimas de vez en cuando pero menos mal que él no se daba cuenta por sus sacudidas de cabeza y sus ojos suavemente cerrados para sentir cada pulsar del piano.


Yo no era especialmente experta en cuanto a instrumentos se trata pero si que podía moverme. Mi madre de pequeña me apuntó a clases de ballet pero lo dejé a los ocho años porque no me apasionaba tanto como para seguir haciéndole malgastar el dinero si no me gustaba lo suficiente como para desvivirme por él. A día de hoy me arrepiento por haber tomado esa decisión.


-¿Te encuentras mejor del dedo?. - preguntó Dan parando de tocar y preocupándose por mi situación con el dedo que tenía vendado.


-Si, mucho mejor, gracias.


-¿Gracias?, ¿por qué? - exclamó extrañado.


-Por hacerme pasar los dos mejores días de mi vida, por curar lo que otros han dañado y por preocuparte por mi cuando verdaderamente deberías estar dándome de lado.


-No seas boba Beth. Te dije que Kelly se inventó todo eso para hacerte daño. En realidad nos engañó a los dos tanto a ti como a mi. Pero somos jóvenes dentro de lo que cabe Beatrice. Tenemos muchos años por delante y podemos pasarlo juntos. Si tu deseas claro.


¿Si yo lo deseaba?. Llevaba esperando este momento ... ¿Cuanto? ... ¿Cuatro años?. Creo que me quedaría corta si hablase de años, pero tampoco es plan de ponerse a hacer cuentas ya que me arrepentiría de cada paso que di de odio hacia él cuando realmente lo que quería era acercarse a mi y yo no le dejaba.


-Dan yo ...


No pude terminar. No me dejó. Posó sus labios con los míos y acto seguido mi mano se posó en su nuca acariciándole suavemente el cuello y jugando con las pequeñas greñas traseras de su cabeza.


-Te adoro Beth, quiero que seas mía. Que sea yo el único que pueda mirarte a tus ojos color chocolate, besar tus labios con sabor a miel y poder notar el pulso bombeando cada vez que me acerco a ti a paso lento y decidido para poder observar de cerca lo hermosa que eres y la suerte que tengo de que estés a mi lado.


Atónita. Sí, esa es la palabra. Así me sentí. No tenía palabras. Mis ojos pestañeaban porque lo necesitaban pero sino fuera por ello me habría quedado estupefacta delante de Dan como una niña a la que le acaban de dar una llave para que se adentre en el mundo de las golosinas o mejor aún le han dado la casa de chocolate que les pertenecía a Hansel y a Gretel.

Le devolví el beso que me propinó hace unos escasos minutos pero triplicado por diez. Le deseaba. Necesitaba sentir el calor de su cuerpo y el ansia de sus manos al tocar el mío. Lo peor de todo ello es que el beso no duró mucho. Dan me desconcentró apartándome de él y ya no era lo mismo. Como se diría en estos momentos: me cortó el rollo, de todos modos no se lo tuve muy en cuenta porque al segundo me dio otro beso ya que veía brotar el anhelo de sus labios estampados contra los míos.

V Galardón por Escribir en el Aire

He sido premiada de nuevo y esta vez por Escribir en el aire. Antes de poner las reglas le doy las gracias ya que no me esperaba obtener otro premio tan pronto.


REGLAS DEL PREMIO

-Premia a los 10 blogs (más o menos) que más te gusten.
-Cuenta 3 verdades y 3 mentiras sobre ti.
-Pon a quien te premie y a quien premies con el link de su blog de la entrada.

Nomino a:

-Bea Iglesias con su blog Mundo No Perfecto
-Cristina Fernández con Prohibición
-Angy Vendetta con El bosque
-Nieve Perpetua con Epidemia
-Paula B.P con El mejor recuerdo

Tres verdades:

-Colecciono velas tanto aromáticas como no.
-Soy MUY desordenada algunas veces.
-Me es imposible echarme siestas de 30 minutos ya que las mías son de campeonato, es decir no puedo dormir menos de una hora sino no me levanto siendo persona.

Tres mentiras:

-No estudio el día antes para los exámenes.
-Odio andar descalza.
-Detesto las películas románticas.

Y el blog que me ha concedido el premio es: Escribir en el aire

Espero que las personas a las que les he concedido el premio lo disfruten y que les haga mucha ilusión.

¡Un beso!.

jueves, 21 de abril de 2011

IV Galardón por Bea Iglesias.

Un nuevo premio, ya van cuatro, y como me deis más al final me voy a creer y todo que soy buena en esto así que sólo tengo que darle las gracias a mi queridísima Bea a la que si no fuera porque me lo ha dado ella se lo otorgaría yo.


Como no hay normas sólo voy a nominar a los correspondientes 5 blogs:


- Angy Vendetta con El bosque
- Cristina Fernández con Prohibición
- Nani Ct con Acuarelas de colores
- Paula B.P con El mejor recuerdo
- Nieve Perpétua con Epidemia

Felicidades a los que han conseguido el premio y que lo disfruten. Un beso y de nuevo Bea gracias.

lunes, 18 de abril de 2011

La destructora de mi existencia.

Yo. Yo era de las típicas personas que se dedicaban a darle vueltas a una bola del mundo que tenía en mi cuarto para poder soñar despierta.


Yo era quien giraba y giraba sin darme ni cuenta las mil veces que había viajado por cada rincón del mundo sin haberlo ni siquiera pisado. Sin poder ver sus oscuras y tenebrosas calles o iluminadas y llenas de vida. Pero eso daba igual. Me sentía sola. Viajar sola no es divertido. No para una persona a la que le gusta sentirse querida y a la que compartir viajes no es sólo suficiente para sentirse dichosa en este mundo de injusticias.


Me acercaba al alfeizar de la ventana con mi bola mundial a cuestas. Como si fuera una muñeca o un balón de fútbol con el que jugar cuando somos pequeños. A pesar de ello me divertía. Me gustaba girar y posar mi dedo cuando estaba en movimiento para saber donde me deparaba el azar. Pero casi siempre acertaba en el agua. No sabía que sentido darle a aquello. Podría ser suerte o no, sin embargo le daba miles y miles de vueltas. Mis noches las pasaba en vela, mis mañanas como una persona que acaba de perder la cabeza y las tardes con ojeras que eran difíciles de disimular con un simple corrector.


Un día me tumbé en el sillón viejo de mi abuelo. Me paré a pensar por un momento el porqué de tanta agua. El porqué de caer siempre en el mismo lugar pero en diferentes lado de la circunferencia. No le encontraba sentido. Para mí no tenía sentido. Quizá debería retomar la aventura y seguir pulsando con el dedo la bola del mundo y corroborar si lo que pienso es o no cierto. Me levanté una mañana después de haber dormido dos horas escasas. Me acerqué de nuevo donde se encontraba la bola. Sí, en el mismo lugar que la dejé la última vez cuando volvió a salir agua. De nuevo con un impulso de muñeca la hice girar lo más rápido que pude pero no aflojaba. A pesar de ello esperé a que frenase su velocidad para así atinar con mi dedo índice y poder ver con mis propios ojos que lo que pensaba que iba a pasar no fuera cierto. No por esta vez.


Así fue. Volvió a salir. Salió de nuevo. Ganó el agua. Su puntuación superaba a la mía desde hace días, incluso semanas o meses. Pero no me cansaba de retarle. No podía parar de jugar con mi destino caprichoso y sin darme cuenta se convirtió en un vicio. A la vez que me senté para tocar esa dichosa bola me volví a levantar y a dar vueltas sobre mi misma y poder llegar a una conclusión. Seguía sin hacerlo. Puse música de fondo y me abracé a mi misma mientras sentía que la música de esa melodía me envolvía con su manto, pero lo que provocó en mi fue tristeza y melancolía. Tal fue que mis lágrimas emprendieron un campeonato. Se propusieron saltar de mis ojos como si de un deporte de riesgo se tratase para no volver más a su destino. De nuevo el agua salía de mis ojos por lo que ella ganaba de nuevo y yo seguía perdiendo una partida que comencé yo. La culpable de todo juego vicioso.


Cogí la manta y me envolví en ella sentándome en el sillón de mi preciado abuelo que hace años murió en la Guerra y que yo, siendo una niña, sigo recordando aquel disparo en seco que propició aquel soldado con cara de felicidad y triunfo en el pecho oculto tras una vestimenta militar que simbolizaba la Patria, lealtad y fidelidad al país.


Mis lágrimas seguían corriendo cada vez más deprisa y sin previo aviso. Me sentía débil y desdichada, me sentía mustia por dentro y seca por fuera como si fuera tierra árida. Ahora sentía el porqué del éxito que pretendía conseguir el agua. En ese momento sentí un pinchazo en el corazón y acerté del porqué el agua ganaba una y otra vez cuando yo era la que posaba el dedo jugando al libre albedrío. Ella estaba haciendo desaparecer lo demás, ella era la culpable de que la tierra estuviera quedando sumergida en el fondo. Ella la que inocentemente se deja beber es la que nos bebe a nosotros en tiempos de sequía y la que destruye a su paso todo pasando por encima de nosotros cuando se enfurece.


Ella es quien por nuestra culpa está acabando con todo esto, con nuestra vida y con nuestro Mundo.

sábado, 2 de abril de 2011

Teclas de un piano abandonado.

Me levanté del césped y abrí la bolsa que traía Dan llena de migajas de pan para darle de comer a aquellos animalitos plumosos. Me acerqué al estanque donde había algún que otro pato remoloneando y observándonos con cara de hambriento o eso parecía. Agarré el trozito de pan y lo partí en cachitos para poder dárselo de una forma mejor y más fácil. Estiré el brazo todo lo que pude para poner mi mano a la altura de su pico con tan mala suerte que el pato en vez de coger el pan me mordió el dedo.


-¡Auch! - grité y alarmé a Dan con aquel grito.


Vino corriendo hasta mí. Me agarró la mano y me miró como si hubiera estado los seis años correspondientes estudiando medicina para poder sanar a personas enfermas.


-¡Maldito ganso maleducado!. Vamos a Urgencias Beth estás sangrando y posiblemente se te infecte la herida si seguimos aquí.


¡No!, yo no quería irme. ¿Urgencias? El pato no era ningún perro rabioso. De todos modos no podía discutirle.


-Dan no es para tanto volvamos a casa y me vendo el dedo o me pongo una tirita. Yo no quiero irme, quiero quedarme pero si prefieres que volvamos perfecto. Pero no necesito ir a Urgencias de verdad, ha sido una mala pata del pato ha querido coger la migaja y se ha comido mi dedo.


-Vale Beth, espera que voy a por la bolsa y nos vamos.


En ese momento entristecí. Como ya dije no quería dejar aquel lugar tan agradable. Quería revivir y sentir como el viento azotaba mi cara y movía mi flequillo de un lado a otro haciendo que se abriera por la mitad, escuchar el cloquear de los patos y oler la naturaleza libre y salvaje. Pero eso acabó, se esfumó como la primavera. Dan volvió al segundo de dejarme allí sangrando, era sólo un rasguño y él se lo tomó como una herida que no podría cicatrizar. Caminó hasta mí y llevó mi bolso. Pasó su manos por mi cadera y posó su mano en ella. Así fuimos caminando poco a poco hasta llegar al coche. Nos subimos a él y su misión era que llegara sana y salva a casa, y para ello arrancó el coche sin dilaciones y se dispuso ir a casa. Al cabo de unos cinco minutos me di cuenta de que ese camino no era el que antes habíamos tomado para llegar al parque ¿dónde me llevará?, ¿no le importaba tanto que estuviera sangrando?, ¿qué demonios hace tirando por calles que no conozco?. Preguntas retóricas rondaban mi cabeza. En ese momento sonaba en la radio Baby you know de Jessica Lucad y Brandon T. Jackson, me encantan las canciones de solo de piano, me hacen alcanzar el sueño y volar por los alrededores de mi mundo mágico.


El edificio donde se paró el coche de Dan me era familiar, incluso pensé que hace pocas horas estuve delante de el. Pero que ... ¡estamos delante de la casa de Dan!. Sí, es el mismo número en el que entró antes, el mismo tipo de madera, la misma fachada, el mismo nombre de la calle ... Todo cuadra. Me sentí en ese momento como la pequeña detective a la que jugaba cuando tenía cinco años con mi lupa, mi corona ya que no tenía sombrero y una pajita ya que las pipas de fumar no existían en mi casa.


-Vamos Beth - con ese comentario apagó el motor del coche, sacó las llaves del orificio y se bajo cerrando la puerta a su paso. Yo casi que hice lo mismo, pero solamente lo último. 



Caminé sin vacilaciones tras él hasta la puerta, no estaba nerviosa, tampoco estaba tranquila. Era una mezcla de sensaciones. ¿Cómo será su casa?. Nunca he estado aquí, no he pasado jamás por su barrio, no he conocido su casa en los años que llevamos siendo compañeros de trabajo y nunca oí que tuviera una casa propia o eso creo. A menos que la madre se encuentre dentro cosa que no quiero que ocurra porque empezará a decir que si Dan y yo tal, que si yo y él cual ... No es precisamente algo que yo quiera pararme a pensar ahora. Pero ... ¿y si eso eliminase mis dudas de si estamos juntos?. Y no me refiero a juntos físicamente, si no a otro tipo de unión. ¡Eso sería maravilloso!. Espero encontrarla dentro haciendo crochet, punto de cruz o cualquier otra cosa en la que pierden el tiempo ahora las mujeres mayores.


Introdujo la llave de la casa en la cerradura y la giró al mismo tiempo en el que abría la puerta para que yo pudiera entrar después de él.


¡Vaya!. Era maravillosa. Me sentía como en casa. Quizá era más grande ... Bueno quizá no. Era mucho más grande o al menos parecía espaciosa. O tal vez el que estuviera bien decorada dejaba a la mía en mal lugar. Da igual, me sentía como nueva en aquella casa decorada con tan buen gusto. Veo que Dan es bueno a la hora de hablar de diseño de interiores. Tanto como en publicidad y marketing por lo que puedo observar.


-Te presento mi hogar dulce hogar. Ven aquí para que te cure esa herida señorita quejica.


-¿Perdona?. Quejica hubiera sido si me hubiese puesto a llorar como una niña chica.


-No, eso sería llorica no dramatices sólo ha sido un picotazo.


-Ah, claro. La que dramatiza ahora soy yo. Perdona que le diga al señorito pero hace una escasa media hora quería llevarme a Urgencias ¿quien exagera?.


Se empezó a reír. No lo entendía. No veía nada gracioso en mis palabras, de todos modos no hice mucho caso a sus risotadas y me limité a seguirle mientras caminaba paseándose hasta llegar a donde tuviera el maletín de primeros auxilios.


-Ven siéntate - me indicó mientras daba unos pequeños golpecitos en el sofá.


Lo hice, me senté en aquel cómodo sofá. Creo que de no haber sido porque Dan me invitó antes me hubiera sentado irrespetuosamente ya que el sofá me decía "Beth, Beth ven aquí conmigo, siéntate ¡prueba mi algodón!". Lo sé, una locura tras otra. No paro ¿verdad?. Comenzó a vendarme el dedo, primero me echó betadine, me limpió un poco y me ocultó la herida con una venda que tenía por aquel maletín. Mis ojos solo sabían moverse de un lado a otro para abarcar todo lo que pudiera en milésimas de segundo. No veía mucho más de una televisión de plasma, un sofá que era blandito, una serie de estanterías llena de libros, una chimenea, el alfeizar de una ventana en el que en alguna ocasión Dan se sienta para mirar a través de ella ya que tenía una serie de cómodos cojines, pero sin duda lo que no pasó desapercibido en mí fue aquel piano de cola negro y tan reluciente que se encontraba en la esquina de la habitación. Era precioso. No se le veía ni una mota de polvo, sus teclas brillaban, seguían siendo blancas y en el atril se posaban una serie de melodías de piano. Suponía que Dan seguía mi mirada, pero me daba igual. Estaba sumergida en mi mundo musical. Cada sonar de la tecla de ese piano se correspondía con cada latido de mi corazón y aunque él estuviera callado mi músculo enamorado sonaba al compás haciendo un dueto solitario.

III Galardón por Paula B.P

Esta sección estará dedicada a los Premios. Y como no poner que hace poco me han concedido uno ... Sí, ha sido de nuevo Paula B.P y ha sido este: Adorable Blog. La verdad que la imagen es muy cuca y me ha hecho mucha gracia al verla.
Sin duda Paula B.P, no tengo palabras para describir cada vez que me nominas entre esos 10 blogs que te dejan seleccionar, te lo agradezco una y mil veces más.

REGLAS
¿En qué te inspiras para hacer una entrada?: Yo antes me inspiraba escuchando música de solo de piano que me hiciera ponerme los pelos de puntas, que sea triste y melancólica. Pero ni eso me hace teclear por ahora. Hoy en día no me inspira nada, sólo escribo. Quizá viendo una buena película romántica o alguna que me haga recapacitar es cuando despierto más mi sentido creativo y realmente me gusta.

Describirse en cuatro palabras: Una soñadora que lucha.

Frase favorita: "Quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado", es la típica frase que suelo utilizar cuando alguien desaparece de la nada. Creo que el sentido de la frase es obvio, pero por si es así lo explico: una persona que se marcha por motivos ajenos a ti, y que después te critica o no, cuando menos te lo esperas vuelve sin que tú hayas hecho nada para ello. Dentro de las que más me gustan diría que es la primera que se me ha venido a la cabeza y la que suelo utilizar con mucha normalidad. También está la frase a la pregunta que hacen a veces de ¿qué miras?, la contestación sería "miro lo fea que eres, lo guapa que te crees y la pena que me das". Eso es un zas en toda la boca momentáneo. Me hizo gracia la primera vez que lo escuché y creo que voy a aplicarlo alguna que otra vez si es necesario.

NOMINO A LOS 8 MEJORES BLOGS

1- Bea Iglesias con Mundo no perfecto
2- Angy Vendetta con El bosque
3- Nieve Perpetua con Epidemia
4- Nubes de colores con Sólo tienes que aprender a ver
5- Aceituna rellena de Espinacas con Pincha en lo azul
6- Cristina Jimenez Laescritora con El camino de la escritura
7- Alec Surrealista con Historia de un surrealista
8- Nani CT con Las acuarelas de colores

Espero no dejarme ninguno en el olvido. Que lo disfrutéis como mejor podáis. Yo de nuevo y para finalizar le doy gracias a Paula B.P por concederme el premio, creo que ya van tres veces pero dan igual las veces eso es lo de menos, y darle felicidades a los nominados.