domingo, 6 de febrero de 2011

La visita no deseada.

-¿Sí? - dije con interés, aunque creo que se notaba que era nulo, acercándome hacia la puerta para observar a través de la mirilla quien era aquel desdichado que osaba poner fin a la tranquilidad de mi hogar.


Como ya supuse la abertura circular que poseía la puerta para mirar a través de ella estaba tapada, justo el signo de que aquella visita no me iba a gustar ni un pelo.


-¡Hombre Dan! - saludé con cara de pocos amigos - ¿qué te trae por aquí? - falsedad en mi exclamación porque lo cierto era que no me interesaba mucho.


-Pasaba por aquí. Me han dicho que hay una verdulería donde venden la fruta fresca y he decidido venir a comprar aquí.


¡Ajá! ¿y su gran idea era molestar a su compañera de trabajo?, porque no me gustaba nada esa iluminación que tuvo al venir a la tienda y pasar a visitarme. Creo que el odio que le tengo al chico no es merecido pero por necio creo que se lo ha ganado.


-Ah vaya ¿y ya has comprado lo que necesitabas? - seguía preguntando estúpidamente como si me importase lo más mínimo.


-Sí, he comprado hortalizas también. Sabes que me cuido mejor que un veterano.


-Ya lo sé. Bueno pues nada gracias por venir a visitarme - "supongo" - y que te sea leve tu camino de vuelta a casa.


Cerrando la puerta paulatinamente para invitarle disimuladamente a que se fuera, como la típica frase que se dice alguna que otra vez cuando quieres que la visita ahueque el ala "bueno me voy que la visita quiere irse" o algo así, se lo oí decir más de una vez a mi vecina cuando quería que su ex-novio se marchase lo más pronto posible porque no le gustaban nada sus súplicas de "vuelve conmigo por favor, te prometo que no volveré a defraudarte" a lo que contestaba mi amiga que "o te vas o te echo, tu eliges". Vale un poco borde, pero el ex-novio un poco pesado os lo prometo.


Volviendo al tema de Dan. Agarró la puerta con su mano derecha para impedirme cerrar, claro que tuvo éxito porque su musculatura fibrada, aunque fuera un lerdo pocas neuronas, era mayor que la mía.


-¿No vas a invitarme a pasar?.


No, la verdad que no tenía esa intención. Pero no sé que parte de mi cerebro era la que me estaba taladrando con frases como "anda déjale pasar si es un buen chico que ha venido a visitarte desde la otra punta de la ciudad" a lo que mi otra conciencia maligna respondía "¿y quién le ha invitado? ¿ahora la gente se invita por si misma o qué?". No sabía a quien hacer caso pero al final hice lo contrario de lo que quería: dejarle pasar.


-Sí claro.


-Gracias Oliveira.


-Llámame Beth si no es mucho pedir - le sonreí y maldita sea la hora en la que lo hice.


Poco a poco transcurrieron los minutos desde que entró hasta que se fue, dejándome un mal sabor de boca. Pero ¿por qué?. No lo sé. ¿Estaría empezando a sentir algo que ni yo misma creía creer?.


Mi paranoia acabó en el momento en que por poco terminé de escribir otras dos páginas del Diario con el bolígrafo casi calléndose de mis manos por el cansancio que deambulaba por mi cuerpo, ya que me encontraba en mi augusto lecho, donde dormí a pierna suelta, y en el que el sueño hizo que dormitase vestida a pesar de que mi madre de pequeña me regañase por hacer tal cosa.

4 comentarios:

  1. Bueno, prometido es deuda!! Te dije ke me pasaba, y aki estoy!!!! Me encanta!!!! Abrá continuacion? La verdad que es muy interesante!!! Sigue así, ke lo haces muy bien. Bss

    ResponderEliminar
  2. ¡Claro que habrá una continuación!

    Gracias por pasarte =)

    ResponderEliminar
  3. Buaaaa tengo ganas de leer el resto! =P escribes genial!! Un beso!!

    ResponderEliminar