lunes, 9 de mayo de 2011

Brioches, dulces brioches.

Paseaba sin tener un lugar de referencia. Como quien dice caminar sin rumbo. Eso estaba haciendo yo. Sólo encontraba personas que seguramente no hablarían mi mismo idioma pero que veía en sus caras la necesidad de saludar a otras personas, por eso más de una vez escuché "bonjour" y me quedé igual que al principio. Sólo podía corresponderles con una amplia sonrisa. Sabían que era extranjera y no me extrañaría que por ello me dieran los buenos días, holas o todo lo que se les pasase por la cabeza. Pasé por una amplia tienda de flores que olía a gloria y esperanza. Había un poco de todo: tulipanes, rosas, calas, margaritas, claveles ... Y una gran infinidad de éstas y de las que dudaba si conocía su nombre.


Había una calle que me llamó mucho la atención. Digamos que era la calle de los negocios. Había una cantidad incontable de cafeterías, restaurantes, tiendas en las que lo mismo te vendían gominolas que te vendía una revista del corazón, pero no fue eso lo que me llamó la atención sino la unificación de todos esos comercios totalmente uno al lado del otro y casi matándose por la competencia. Después pasé por un parque en el que me quedé varios minutos, estaba demasiado verde y muy bien cuidado. Había un espacio para los pequeños en el que se encontraban un tobogán, unos columpios y un unas figuras con muelles para que se balanceasen. Saqué de mi bolso mi cámara de fotos y comencé a hacerle instantáneas a todo aquello que era merecedor de un click fotográfico. Veía correr a los niños de un sitio a otro y sacar su euforia interior que se estaba contagiando en mi músculo palpitante. Me encantaba ver sonreír a los niños. Tan pequeños, tan dulces y sin preocupaciones. Me llamó la atención una niña de pelo rizado color cobre que saltaba de un sitio a otro, cantaba o al menos lo intentaba aunque más bien era el tararear de una canción que ni siquiera me sonaba y cogía flores por doquier para crear un ramo o eso parecía por la cantidad que llevaba en la mano opuesta.


Me senté en un banco y crucé las piernas. Miré un rato a aquellos pequeños que transmitían tanta alegría que contagiarían al más desdichado del mundo. Sus sonrisas con aquellos pequeños dientes blancos, sus hoyuelos que se formaban al entonar una media luna y sus ojos despistados pero atentos a todo aquello que se movía a su alrededor.


No me quedé mucho tiempo allí. Sólo unos cinco minutos más para evadirme de todo problema que rondase mi cabeza. Quería ser una niña pequeña. Quería dejar todos los enigmas a un lado y brincar de un lugar a otro para poder disfrutar del momento. Al levantarme del banco tropecé y caí al suelo pero sin hacerme ningún rasguño. Me levanté como pude y me sacudí la arena que se había quedado adherida a mis pantalones vaqueros. Mientras me sacudía una voz masculina invadió mis pensamientos.


-¿Te encuentras bien?. - escuché a mis espaldas.


En ese momento no tenía ni idea de quien era, tampoco me giré descaradamente para descubrirlo. Sólo me dediqué a dar las gracias por su preocupación y a seguir agitando mi mano por el pantalón.


-Me alegra. ¿Qué haces por aquí Gina?. - interrogó de nuevo aquella voz que me era familiar pero que no era capaz de reconocer. Aún así esta vez no me quedé parada, me giré con tranquilidad. Tenía interés en saber quien era aquel chico que me conocía, porque obviamente dijo mi nombre por lo tanto debía haber estado conmigo alguna que otra vez pero caí en la cuenta de que en mi primer día de clase sólo conocía a unas tres personas y dentro de ellas una era Janet.


-Ah, hola Jacques. Daba un paseo por los alrededores. Quería situarme un poco.


-Me parece genial. Si quieres puedo enseñarte algo más. Conozco una pastelería cerca de aquí en la que hacen unos dulces que están muy buenos y que son dignos de ser probados. Por lo menos para que te lleves un gran recuerdo de París cuando vuelvas a tu ciudad.


Marchamos a paso lento del parque en el que hace unos minutos me encontraba y en el que Jacques me vio poco después de caerme. Que vergonzoso. Pasamos por la calle repleta de comercios gastronómicos y alguna que otra tienda en la que no vendían comida. Paramos en un rincón que se llamaba Le Coin doux. No sabía lo que significaba pero prefería no preguntar para no desvelar mi ignorancia por el francés. Nos adentramos en aquella tienda en la que habían varios mostradores uno con pasteles, otro lleno de cubos de helado de todos los sabores y otro en el que seguramente serviría para cobrar a las personas y en el que también había muchas golosinas para los niños a los que les gusta que se le piquen los dientes. Colocamos nuestros cuerpos hambrientos delante de el primero.


-Bonjour. Pónganos dos brioches rellenos de chocolate.


-Marchando dos brioches. - contestó con simpatía la tendera del mostrador especializado en pasteles.


Jacques sacó su cartera y pago los dos dulces que le entregó la señora que se encontraba tras la mesa pastelera. Fuimos a acomodarnos en unos sillones que eran de lo más llamativos. Estaban tapizados con fotografías de Paris. Era bastante curioso. Es más le sirvió a él para decirme los nombres de aquellos monumentos que se recopilaban en aquel sofá de dos plazas.


-Y esta es La Maison Carrée. Algún día te llevaré a ver todos los recovecos de Francia. - me dijo sonriente.


Ojalá sea así, porque a mi me encantaría ver cada rincón junto a él. Y que me proteja por las calles francesas con su esbelto torso que se escondía tras una camiseta de mangas largas pero que no pasaba desapercibido.


-¿Te gustan los brioches?. - preguntó.


-Sí, están muy ricos. ¿Són típicos de Francia?.


-Sí, o al menos eso creo. Yo siempre vengo aquí a relajarme y a comerme un brioche. Nunca los había probado en otra ciudad que no fuera esta. Así que me imagino que son franceses.


-Lo mismo digo y me alegra haberlos probado - "con tu presencia" pensé - antes de volver a mi ciudad.


Sonreímos. Continuamos unos minutos más allí y posteriormente nos aventuramos a caminar por los alrededores de la Université.

5 comentarios:

  1. Kien es jacques? xD jajaja ya kiero mas, pero ahora solo escribes de este, y de Bienvenidos a mi operacion olvido, ke? xD Me encanta!!! Un besito guapa!!! teQQQQQQ

    ResponderEliminar
  2. OIhhh me ha dado un hambre.... es que la gastronomía francesa está... ESQUISITA!!
    bon apetit!! jajaa
    bonito texto :)
    Besoss!!

    ResponderEliminar
  3. Genial!
    Aunque París nunca me ha llamado la atención realmente últimamente no haga nada más que oir ver y leer cosas sobre ella.. ¿Sera que tengo que irme para allá? XD
    Me encanta como escribes y cómo plasmas el mundo en tus escritos.
    Sigue en cuanto puedas!
    Un beso

    ResponderEliminar
  4. HOlaa! :) quiero que llegue ya el siguiente!!!!!!!!!!!!! ^^ estoy desenado saber que ocurre!! tu historia es increíble! empezó asi como quien no quiere la cosa y ahora has conseguido que no me quiera perder ni un solo de tus capítulos! ajajaj un beso muy grande! te espero por mis blgoss! ;D

    ResponderEliminar
  5. Hola !! :) se que me paso por aquí cada año y medio ( lo siento! ) Pero es que no se que me pasa que nunca me entero de tus actualizaciones.. *___*
    Espero poder meterme con más regularidad.. :$
    Sobre la historia.. Espero no llegar muy tarde para seguirla hasta le final ( creo que no :S )
    Y sobre los brioches... :Q *babas* Nada más que decir x)

    Momobesos de peluche.

    ResponderEliminar