domingo, 21 de noviembre de 2010

Si educamos a los niños, no tendremos que castigar a los adultos.

Con los niños nos dedicamos a utilizar la psicología inversa, pero ¿qué hacemos con los mayores?, ¿qué hacemos con los hechos de las personas adultas que no tienen marcha atrás?.
La vida es una simulación de videojuego, pero con un pequeño cambio, no existe más vida que una.
Vamos buscando por la vida los objetos ocultos que dan sentido a nuestra existencia, cosas que tenemos como una espina en el corazón y que debemos encontrarlos si queremos seguir viviendo.
Cuando somos niños no sabemos las preocupaciones que resulta ser un adulto, y cuando somos adultos queremos volver a ser niños porque se nos juntan los problemas amorosos, con los económicos y lo sociales. De pequeños todos hemos soñado con ser novio/a de alguna chico/a que se encontraba en clase, pero era una inocentada de las nuestras, la economía no corría de nuestra mano, por lo tanto eso era un problema que no nos preocupaba y en lo social con un:

-Hola me llamo … ¿y tú?.

Y con esa frase comenzábamos a conocer personas a diestro y siniestro. Ahora no sólo vale con un hola, a un desconocido porque pueden suceder dos situaciones: que no sea nada amigable con personas que no conoce o que sólo conteste a lo que tú le dices sin ninguna intención de relacionarse.

Sin embargo, todo esto es una pequeña parte que conforma la infancia, y que por lo visto los niños son el vivo ejemplo de lo que ven , son la destreza de sus padres y la influencia de sus amigos, y que aunque nos cueste negarlo la influencia puede más que todo eso.

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