sábado, 11 de diciembre de 2010

La cafetería.

Sin darme cuenta llegué a la calle en la que me paré con el coche para preguntar dónde se encontraba el hotel. No me lo pensé dos veces y volví a la cafetería. Al entrar mis orificios nasales captaron el fuerte olor a tabaco de aquel espacio cerrado. Me acerqué a la barra, a la misma barra que hace minutos visité y en la que me atendió un amable y simpático chico cuyo nombre no sé.

Creo que él fue de las pocas personas que me dirigió una sonrisa y que me miró, mentiría si dijera que no tenía ganas de encontrarme de nuevo con esa dentadura tan blanca y perfecta. Pero me encontré con la sorpresa de que él no estaba allí y ahora me sabía mal entrar, dirigirme a la barra y salir de nuevo sin ni siquiera tomarme algo.

-¿Qué desea? – me miró con gran atención un camarero que estaba detrás de la barra.

-Póngame una Coca Cola – sinceramente ni me apetecía, me entraron ganas de decirle “quiero saber dónde está el chico que estaba aquí esta mañana”, pero me guardé ese comentario.


Se agachó para coger un botellín de Coca Cola y llenó el vaso con hielo de una forma rápida y eficaz. Daba gusto el trabajo de aquellos camareros, pero no obstante la hediondez del humo era repugnante.





Salí de la cafetería , con mi refresco en la mano, y a pesar del frío que hacía me senté en una de las sillas que había fuera de ella. Fui bebiendo paulatinamente del vaso mientras miraba con gran curiosidad los altos edificios de la zona y observando todo lo que alcanzaba mis ojos. Me encontré con la sorpresa de mi despiste que aquel camarero de esta mañana estaba caminando hacia aquí, no hacía mí sino hacía la cafetería. Por un momento me puse nerviosa pero no vi el porqué de aquella situación tan incómoda. Me hice la despistada por si no se daba cuenta de que yo estaba allí y así ocurrió, pero me acordé por un momento de que no había pagado el refresco y tendría que volver a entrar para hacerlo. De todas formas había venido para verle y ahora que le vi no me atrevía a decir nada, no obstante tampoco tenía nada de qué hablar con un recién conocido, que ni era conocido.


Entré en la cafetería con el vaso vacío en la mano y me fui acercando poco a poco a la barra como si de una ladrona me tratase, no le vi detrás de la barra así que mi tranquilidad iba aumentando por momentos. “¿Dónde estará?”. Estuve esperando a que me atendiera alguien para pagar mi bebida y de repente alguien por detrás estaba tocando mi hombro con un dedo llamando mi atención. Me giré y me encontré con la sorpresa de que era aquel chico.

3 comentarios:

  1. Hola Srta Escritora. Tu relato, en principio, parece bueno. Eso si, opino que es un tema muy utilizado en anteriores ocasiones.

    En mi opinión, deberías de seguir escribiendo, no dejes nunca de escribir. La literatura nos da la libertad y tu tienes muchas facultades para ser "libre". En lo referente al escrito, deberías de abrir un poco mas el campo visual; dejar alguna descripción mas explícita y, a la vez, dar sensación de movimiento a la historia.

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  2. ¡Hola!
    Me ha gustado mucho el relato.
    Fluido y bien escrito.
    ¡Un besito!

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  3. Que guay ^,..,^
    Me haré seguidor cuando termine de mandar este comentario

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