miércoles, 5 de enero de 2011

Cualquier lugar es fiable para descubrir.

Sí, de nuevo aquí. La soltera y amiga de Greenpeace Margaret von Hausen. Aquella treintañera que odiaba, y odia, la Navidad sobre todas las cosas. Todavía no se ha dado cuenta la muchedumbre que mi espíritu navideño se fue un treinta y uno de fiesta y que no volvió más y ahí estaba ella con sus treinta y picos años, que no es bueno preguntarle cuantos porque se pone de mal humor y es normal, subrayando la palabra sola y sin necesidad de compañía.

Aquí sigue consumiendose en un libro del cual le costará salir con facilidad debido a la adictivas páginas escritas que están turbando la existencia y sus credenciales. No puede, no puede parar de leer y releer el mismo libro, no puede creer que la protagonista cayera en una depresión porque el chico al que ama sobre todas las cosas no se fija en ella, ni siquiera una mirada repugnante le regalaba. No era algo utópico, es la actitud que presentan algunas adolescentes de hoy en día, algunas llegan a cortarse las venas por ellos, "que cosa tan estúpida" dijo Margaret con un tono sarcástico e irónico, el cual le encantaba utilizar cuando hablaba sobre la juventud y lo pronto que se pierde cuando los vicios se presentan con facilidad delante de los ojos adolescentes o pre-adolescentes.

Se levantó de aquel rincón al que denominó el rincón de mis ideales y en el que pasaba cada tarde, noche o madrugada.

Cada noche en el momento que se iba a la cama apagaba todas las luces de la casa y se quedaba con la lampara pequeña que estaba encima de otra pila de libros, por lo que se puede deducir que carecía de mobiliario en el que apoyar abalorios, jarrones, pero si que podemos suponer que su casa está llena y llena de libros que le quedan por leer y que cualquier día acabará por el afán con el que se levantaba cada día por seguir ojeando cada reverso y prólogo de ejemplares nuevos que fue comprando a medida que fue viajando por el mundo, puede creerse que es Willy Fog en versión femenina.

Cualquier lugar era bueno para leer cuando se encontraba fuera de casa. Alguna que otra vez perdió el autobús que tenía que coger diariamente para ir a trabajar o para trasladarse a cualquier sitio que quisiera ir en ese momento. Lo imprescindible en su bolso era un buen libro. Lo único que necesitaba era un lugar tranquilo sin bullicio, una taza de café o café helado del Starbucks. No cree haber contado algo que fue un pasaje interesante en su vida, pero que en el próximo diminuto pasatiempo contará.

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