miércoles, 5 de enero de 2011

Navidad, navidad, pragmática navidad.

Navidad ... Dulce y añorada Navidad.

Momentos en los que una persona pide amor, salud y dinero, pero los regalos en la noche de reyes magos, seis de enero del año que sea, que no falten.



Festividad en la que Margaret, que vive en el centro de la ciudad, deambula errante por los pasillos y rincones de su casa buscando un triste y miserable cobijo donde pueda pasar el mayor tiempo posible hasta que acabe aquella estúpida y materialista noche. Al menos se alegraba de tener un techo en el que vivir humildemente. No tenía televisión, tampoco tenía videoconsolas y mucho menos juegos para ellas porque no existían, no existían al menos en su hogar. Estaba sola, sí total y completamente sola, y muy a su pesar no necesitaba a nadie más. Se pasaba las horas mirando por la ventana. Era un paisaje digno de observar, digno de contemplar en otra época que no fuera el último mes de diciembre en el que las tiendas no cierran ni aunque las caiga encima una bomba fétida, y así lo hacía, veía como los individuos sumidos en un mundo egoísta caminaban de una tienda a otra comprando, derrochando, malgastando y despilfarrando su patrimonio económico, y para su desgracia personas que estaban tocando la guitarra, acordeón, violín o algún que otro instrumento. Algunos cantaban, otros bailaban y varios sin levantarse, sentados en el suelo sin vida y con la única fe de que algún ser solidario le ayudase con dinero, que otra cosa sino, a consumir su vida en alcohol, nicotina o estupefacientes, pero que gracias a no se quien todos no son así.

Así pasó las horas Margaret, apoyada en el poyete interior de su ventana que estaba adornado por un cojín alargado en forma de rectángulo y una pila de libros que le quedaba por leer. Libros de hasta mil o más páginas. Uno de los que le quedaban era "Lo que el viento se llevó" y su continuación, unas dos mil páginas aproximadamente, pero le daba igual. Mientras leía podía tener una vida diferente a la que llevaba, es más su único vicio hasta ahora era fumar pero incluso lo eliminó de su vida por el asco que le estaba cogiendo al consumismo, tal fue la repugnancia que se daba grima a ella misma. Hubo alguna que otra vez en la que pensó que los hombres no se acercaban a ella por el vaho de alcaloide que mareaba hasta el más cuerdo. Esa era la vida de Margaret von Hausen la soltera, amiga de Greenpeace y solitaria treintañera que invertía su existencia en autores que redactaban en páginas de papel su mundo utópico.

Aquellos autores que toman la Navidad como algo grandioso y espléndido y que yo defino en una frase: Navidad allí por donde pasas arrasas. Cubre la tierra por donde pasamos de blanco y que crea en una ciudad o estado un club de alterne y si me preguntáis porque es por la cantidad de luces y electricidad que se malgasta, por los pinos que cortan, por las colas en tiendas interminables y por niños con un juguete en cada mano y cada pie, los que lo tienen, los que no lo tienen se conforman con ver la felicidad de los otros, los elegidos, los que podrán disfrutar sin fin.

4 comentarios:

  1. En dos palabras: Me ha encantado. (Ouch! Eran tres..)
    Gracias por pasarte por mi blog ;)

    Momobesos de peluche ♥.

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  2. :o :o me ha encantado me has dejado sin palabra alguna F.L.I.P.A.N.TE ;D atentamente alescritora , por cierto ;D me gusta margaret ;D

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  3. Muchísimas gracias a todas, me alegro de que os guste =)

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