martes, 18 de enero de 2011

Se puede dudar de todo, pero no de la honestidad.

Una cosa tenía clara la heredera de los von Hausen, y así se lo hizo saber Inga. "Las cosas que salen del corazón son las que realmente valen para cualquier situación". Esa frase, que fue conocida por Marge cuando sólo tenía unos escasos diez años, llegó a lo más hondo de su ser. La niña, que estaba empezando a desarrollar sus dotes femeninos, después de estar internada en varios lugares oscuros, malolientes y lleno de especialistas de los que se podría decir que, a pesar de estar en aquel lugar lleno de dementes como lo "era" Margaret, o eso pensaban sus padres, estaban todavía cuerdos.

Un día como otro cualquiera en la monotonía de la joven von Hausen, que era el apellido más prestigioso del que podía fardar la madre de la niña, hizo un llamamiento a sus padres a través de su tutora, cuando ellos no se encontraban en casa y estaban de "viajes de negocios", Inga. Ésta les hizo desplazarse hasta el salón donde se encontraba la hija y allí comenzó la amonestación.

-Papá, mamá, no quería llegar hasta este punto pero habéis hecho que en mi minoría de edad me comporte como una chica adolescente que tiene los pies en la Tierra y que no tiene que depender de nadie para concluir sus problemas - aclaró la joven con aires de superioridad ante sus padres y casi con humo saliendo por sus diminutas e insignificantes orejas que estaban adornadas por pendientes de perlas herencia de la abuela - estoy fatigada, harta, cansada, agotada ... como lo queráis interpretar, de tener que pasarme la mayoría del tiempo, que incluso se expande a años, con Inga. Necesito vuestro calor, vuestro cariño, vuestro beso de buenas noches y que me arropéis posteriormente.

Aquellos a los que ella llamaba padres se quedaron con la boca abierta y los ojos como platos, no podían creer que una niña del calibre de Margaret pudiera ni siquiera expresarse de esa forma tan contundente y madura teniendo solamente la escasa edad de diez año. Como ya digo increíble.

-Marge hija ... - se disculpó la madre pero de nada le sirvió utilizar aquellos dotes amargos de los que solía servirse para salir de situaciones tan vergonzosa como la que estaba transcurriendo ahora.

-No mamá ... hoy no quiero excusas. Sólo quiero que me miréis a los ojos y que me digáis si realmente he sido una hija para vosotros o ¿un pasatiempo para olvidar el amargo de vuestras solitarias vidas?, porque si es así cogeré mis cosas y me volveré al Registro, aquel mismo lugar de donde no debería haber salido nunca.

Cada palabra de reproche de la criatura salía como una flecha con la punta envuelta de papel en llamas clavada en el corazón de aquellos seres que alardeaban de tener una hija inédita cual disco de vinilo de aquellos entonces que sólo podían poseer una serie de personajes que se pensaban ricos pero que realmente no tenían donde caerse muerto. Para suerte de Marge todo acabó en un "te comprendemos hija pero compréndenos a nosotros. Tenemos que trabajar para mantener la casa hacia delante y sino lo hiciéramos Inga tendría que marcharse a otro lugar en el que cuidar a niñas o niños no tan impecables como lo eres tú". Ahí cesaron los reproches, aquellas palabras que salían del corazón, como le dijo Inga, de la niña de escasos diez años que tenía mente de mujer adulta, y no era para menos con todas las lecciones que la inteligente pero a la vez inculta sirvienta que para Margaret era más que eso le daba a la niña día sí y día también una serie de clases magistrales. Además también pensó en el futuro que tendría Inga en otra casa que no fuera la suya, y aunque no pudiera imagenársela del todo, le daba miedo que ésta se fuera a otro lugar y que viniera otra institutriz que fuera de mano dura y que no la dejase respirar ni cinco míseros segundos.

Trascurrió la jornada con los cinco sentidos de aquellos padres jugando a las princesas, saltando, brincando, revolcándose, que pese a las edades de estos no estaban para tirar muchos cohetes, pero terminó el día como había soñado la pequeña, con aquel beso de buenas noches y arropada por dos individuos que se movían a través del aparato locomotor y que a pesar de ser fríos tenían sentimientos cómo todos.

-Gracias - murmuró la pequeña von Hausen sin que apenas se le entendiera a causa del agotamiento que reinaba dentro de ella.


Y así durmió. Tranquila y menuda dentro de su caliente y cuidada cama que hacía Inga todas las mañanas nada más despertar a la pequeña y peinar sus cabellos rizados de color caoba y acompañarla al baño para que se lavase la cara y pudiera bajar a la cocina y que Will pudiera prepararle aquel desayuno lleno de proteínas y que ésta pudiera estar enérgica todo el día, o bien hacerle un rico desayuno con cereales y leche para que la pequeña pudiera quedarse en su cuarto acurrucada en la cama hasta que la niñera, Inga, le trajera su rico desayuno y pudiera tomarlo metida dentro de la cama mientras observaba por el ventanal a los pájaros alzando el vuelo. Pero ya dicen que todo lo bueno tiene un fin, y así es por y para la desgracia de Margaret.

6 comentarios:

  1. Gracias =)

    Ahora me pasaré por el tuyo y le echaré un vistazo ;)

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  2. escribes de tal manera que haces que lso pelos de mis brazos se pongan de punta y mi piel de gallina, woaa

    http://www.lovefallsondeafears.blogspot.com/

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  3. me encanta tu blog
    entra en el mio
    www.simplementeunsueno.blogspot.com
    gracias un besin

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  4. Me alegra que te guste, un beso.
    Ahora me paso ;)

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