domingo, 27 de febrero de 2011

El dolor de una despedida.

-¿De verdad tienes que irte?.

-Sí.

-¿Por qué? - pregunté entre lágrimas.

-Porque es mi deber, porque no puedo evitar lo inevitable, porque aún dependo de los demás.

-Depende de mí. Yo nunca te dejaré a las afueras de mi corazón.

-No puedo, lo sabes, no me obligues a elegir. No me pongas entre la espada y la pared, sabes que no puedo.

Así mis sollozos comenzaron a nublar mi vista. Las lágrimas hacían una competición en mis mejillas para ver quien era la que antes caía al suelo o simplemente empapaba sus sienes para que se diera cuenta de mi dolor, de mi dolor causado por su pérdida, por aquella despedida no deseada.

-Desayunemos juntos. Así me sentiré menos culpable de no tener las suficientes fuerzas para ver como te vas de mi lado.

-De acuerdo - contestó sin casi hacer caso a aquel "me sentiré menos culpable", o simplemente no quería hacer hincapié en ella.

Levantados nos dirigimos hacia la cocina. Hacia una triste y solitaria cocina que me haría compañía en mi soledad. Saqué unas magdalenas y de repente me acordé de aquel "lloras más que una magdalena"pero no quería seguir llorando, quería que me viera feliz, que me viera dicharachera. Aunque de ello dependiera alguna que otra sonrisa forzada.

Mis ojos estaban frotados por la manga de mi pijama. Me dolían, me escocían, pero eso ahora no importaba. Sólo quería estar a su lado, sólo quería mirarle a aquellos ojos color verde avellana y sentir aquel cosquilleo que hacía que mi corazón diera un vuelco.

Al finalizar el desayuno nos incorporamos, nos abrazamos y callamos. No queríamos hablar o simplemente no teníamos nada que decir. No lo sé. Tampoco me importó. Sólo recuerdo sus brazos alrededor de mi cintura y mis manos acariciando su pelo sedoso y rizado causado por una noche revolcándose entre las sábanas para poder coger el sueño y levantarse con ánimo para consolarme con sus palabras.

-No llores - me decía hace unos minutos. Antes de irnos a desayunar e incluso antes de despertarnos - no me lo merezco.

-No lloro por ti. Lloro porque te marchas - fue mi contestación a su "no me lo merezco". Muy imbécil por tu parte. Se merece eso y todo lo demás. Se merece una flor caída del cielo o una constelación que lleve su nombre.

Sus fornidos brazos apretaban más mi cintura acercándome más y más a él. Sólo quería sentir su calidez, que su aliento húmedo chocase con mi pelo y que el palpitar de su corazón hiciera brotar al mío que parecía que no existía desde que me dijo "me voy".

La separación entre los dos me percató de que se le hacía tarde y no sé que fuerza interna me hizo que no le dejara  alejarse de mí. Pero sin duda un intento sin triunfo, sólo se quedó en eso: en un intento.

Llegó al salón dónde tenía aquella bolsa que en ocasiones ya había visto. Siguió recogiendo sus cosas. Sacaba conversaciones sin sentido y yo, de la misma manera, le contestaba sin amago de felicidad. Solamente me senté y observé cada movimiento y cada pisada que daba, porque esa sería la última que viera hasta dentro de mucho tiempo.

Al fin llegó. Se acercó el momento de decirnos "adiós" y de seguir tan felices ... ¡Que absurdo!.

-Te quiero pequeña - me dijo mientras besaba mi frente y acariciaba mi cabello con una ternura que en aquellos momentos hubiera sido inexplicable.

-Yo también amor mío.

Sin más, y de nuevo, el uno se desprendió del otro. No sé porqué en ese momento imaginé un divorcio, porque era lo que más se le parecía, pero con la diferencia de que aún nos seguíamos queriendo y de que ninguno se había intercambiado por otro ser que pisase la Tierra.

Ahí quedó su partida. Y ahí empecé a marchitarme cual flor en el desierto. Me quedé un momento en el marco de la puerta y emanaron de nuevo las lágrimas. No podía ver como se marchaba y quedarme sin salpicar gotas saladas por mis ojos para de nuevo hacer una carrera de campeonato.

Fue como una patada en el corazón y un impulso de mis latidos que hacían a la sangre bombear más allá de sus posibilidades. Huele. Huelo a algo llamado nostalgia.

6 comentarios:

  1. Que triste... pero me encata, como todo lo que escribes.
    Es genial!

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  2. Jejeje, muchas gracias =)
    Es como me he sentido hoy mismo al marcharse mi pareja, y para desahogarme que mejor forma que esta que creo que es lo que mejor se me da. Desahogarme escribiendo.

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  3. diooooss esta entrada es super preciosa y a al vez triste y ademas esk a mi me va pasar lo mismo dentro de un tiempo y ya lo estoy temiendo y no quiero =( jeor me ha encantado guapaa

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  4. Me alegra que te haya gustado. Espero que no desesperes cuando te ocurra. Todo llega a su debido momento. Tendrás necesidad de agarrarle y traerle contigo pero tus fuerzas no serán las suficientes para hacerlo porque hay otros factores que empujan más.

    Un beso y espero que esa despedida te sea leve, muy leve.

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  5. Que triste... Es de los que más me han gustado, sin duda.

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