lunes, 18 de abril de 2011

La destructora de mi existencia.

Yo. Yo era de las típicas personas que se dedicaban a darle vueltas a una bola del mundo que tenía en mi cuarto para poder soñar despierta.


Yo era quien giraba y giraba sin darme ni cuenta las mil veces que había viajado por cada rincón del mundo sin haberlo ni siquiera pisado. Sin poder ver sus oscuras y tenebrosas calles o iluminadas y llenas de vida. Pero eso daba igual. Me sentía sola. Viajar sola no es divertido. No para una persona a la que le gusta sentirse querida y a la que compartir viajes no es sólo suficiente para sentirse dichosa en este mundo de injusticias.


Me acercaba al alfeizar de la ventana con mi bola mundial a cuestas. Como si fuera una muñeca o un balón de fútbol con el que jugar cuando somos pequeños. A pesar de ello me divertía. Me gustaba girar y posar mi dedo cuando estaba en movimiento para saber donde me deparaba el azar. Pero casi siempre acertaba en el agua. No sabía que sentido darle a aquello. Podría ser suerte o no, sin embargo le daba miles y miles de vueltas. Mis noches las pasaba en vela, mis mañanas como una persona que acaba de perder la cabeza y las tardes con ojeras que eran difíciles de disimular con un simple corrector.


Un día me tumbé en el sillón viejo de mi abuelo. Me paré a pensar por un momento el porqué de tanta agua. El porqué de caer siempre en el mismo lugar pero en diferentes lado de la circunferencia. No le encontraba sentido. Para mí no tenía sentido. Quizá debería retomar la aventura y seguir pulsando con el dedo la bola del mundo y corroborar si lo que pienso es o no cierto. Me levanté una mañana después de haber dormido dos horas escasas. Me acerqué de nuevo donde se encontraba la bola. Sí, en el mismo lugar que la dejé la última vez cuando volvió a salir agua. De nuevo con un impulso de muñeca la hice girar lo más rápido que pude pero no aflojaba. A pesar de ello esperé a que frenase su velocidad para así atinar con mi dedo índice y poder ver con mis propios ojos que lo que pensaba que iba a pasar no fuera cierto. No por esta vez.


Así fue. Volvió a salir. Salió de nuevo. Ganó el agua. Su puntuación superaba a la mía desde hace días, incluso semanas o meses. Pero no me cansaba de retarle. No podía parar de jugar con mi destino caprichoso y sin darme cuenta se convirtió en un vicio. A la vez que me senté para tocar esa dichosa bola me volví a levantar y a dar vueltas sobre mi misma y poder llegar a una conclusión. Seguía sin hacerlo. Puse música de fondo y me abracé a mi misma mientras sentía que la música de esa melodía me envolvía con su manto, pero lo que provocó en mi fue tristeza y melancolía. Tal fue que mis lágrimas emprendieron un campeonato. Se propusieron saltar de mis ojos como si de un deporte de riesgo se tratase para no volver más a su destino. De nuevo el agua salía de mis ojos por lo que ella ganaba de nuevo y yo seguía perdiendo una partida que comencé yo. La culpable de todo juego vicioso.


Cogí la manta y me envolví en ella sentándome en el sillón de mi preciado abuelo que hace años murió en la Guerra y que yo, siendo una niña, sigo recordando aquel disparo en seco que propició aquel soldado con cara de felicidad y triunfo en el pecho oculto tras una vestimenta militar que simbolizaba la Patria, lealtad y fidelidad al país.


Mis lágrimas seguían corriendo cada vez más deprisa y sin previo aviso. Me sentía débil y desdichada, me sentía mustia por dentro y seca por fuera como si fuera tierra árida. Ahora sentía el porqué del éxito que pretendía conseguir el agua. En ese momento sentí un pinchazo en el corazón y acerté del porqué el agua ganaba una y otra vez cuando yo era la que posaba el dedo jugando al libre albedrío. Ella estaba haciendo desaparecer lo demás, ella era la culpable de que la tierra estuviera quedando sumergida en el fondo. Ella la que inocentemente se deja beber es la que nos bebe a nosotros en tiempos de sequía y la que destruye a su paso todo pasando por encima de nosotros cuando se enfurece.


Ella es quien por nuestra culpa está acabando con todo esto, con nuestra vida y con nuestro Mundo.

1 comentario:

  1. Jo, pero que razon que tienes!!!! Un besote guapa, cada dia lo haces mejor :)

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